Todo Incluido: Diversidad, Inclusión y Equidad en la Educación

A menudo se discuten los conceptos de diversidad, inclusión y equidad en el ámbito de la educación, pero éstos se entienden con menos frecuencia. Rara vez son estas partes opuestas en términos abstractos y generales, pero pueden enfrentarse a resistencia cuando se trata de su implementación. Si nosotros, como educadores, esperamos alcanzar la meta de proveer acceso, oportunidad y altos niveles de aprendizaje para todos los estudiantes, debemos tener un entendimiento compartido de lo que significa la diversidad, la inclusión y la equidad, cómo las mismas se entrelazan y, más importante todavía, qué impacto tienen en el rendimiento estudiantil.
Para nuestros fines, la diversidad puede definirse como estudiantes de diversas procedencias. Como nación y como condado, nosotros nos estamos diversificando más. La inclusión es la acción de reunir a diversos estudiantes de manera tal que se celebren y se valoren sus antecedentes. La equidad es el proceso de asegurar que cada estudiante tenga el acceso y la oportunidad que necesita para alcanzar su máximo potencial.
Los conceptos hacen mejor sentido todos juntos—para ser valiosa la diversidad requiere inclusión; la inclusión debe ser estructurada para que la equidad aumente; y más equidad conduce a mejores resultados para los estudiantes.
Los educadores tenemos la obligación de pensar cómo podemos responsabilizarnos por la equidad. La responsabilidad de la equidad es una de las áreas más importantes del trabajo en las escuelas públicas en la actualidad.
La responsabilidad de la equidad exige que pensemos:
- cómo nosotros utilizamos nuestros recursos;
- cómo dotamos de personal a las escuelas;
- cómo preparamos a los educadores y cómo les proporcionamos aprendizaje profesional durante toda su carrera;
- cómo medimos el progreso y rendimiento de los estudiantes, así como el clima escolar y el acceso; y
- en el bienestar físico, social y psicológico y el aprendizaje de todos y cada uno de los estudiantes todos los días.
Analicemos las asignaciones, por ejemplo. ¿Es justo asignar un experto en lectura a cada escuela cuando algunas escuelas tienen 20 lectores con dificultades y otras tienen 200? ¿Es justo que en una escuela el personal esté compuesto de maestros experimentados que poseen títulos avanzados, mientras que en otra escuela más de un cuarto de los maestros tienen una experiencia de uno o dos años? ¿Es justo que una escuela ofrezca unas pocas clases de matemática avanzada, o ninguna, pero que otra escuela ofrezca múltiples oportunidades de acelerar a estudios altamente avanzados de matemáticas?
¿Cómo sabemos que tenemos equidad en la educación? ¿Por qué supervisamos los resultados estudiantiles de acuerdo a diversos grupos de estudiantes, tales como raza y pobreza? ¿Existe la equidad sólo cuando todos los resultados estudiantiles son los mismos? Preguntas como estas dirigen nuestra búsqueda de la responsabilidad de equidad.
Nosotros no esperamos que todos los estudiantes rindan exactamente igual a fin de lograr la equidad educativa. Sí sabemos, sin embargo, que cuando las diferencias en el rendimiento estudiantil son identificables y hasta predecibles según características tales como raza/etnicidad y pobreza, nosotros no tenemos equidad educativa. Cuando las escuelas que prestan servicio a comunidades con características similares tienen resultados estudiantiles discrepantes, nosotros no tenemos equidad educativa. Cuando la pobreza no es un factor pero aun así vemos diferencias en el rendimiento de los estudiantes por raza/etnicidad, nosotros no tenemos equidad educativa. Y aunque nosotros podamos ver resultados equitativos en algunas escuelas, hasta que los veamos en todas las escuelas, nosotros no tendremos equidad educativa.
En el Condado de Montgomery el modelo de responsabilidad de equidad que hemos creado se enfoca en el rendimiento de aquellos estudiantes cuyo desempeño ha sido tradicionalmente insuficiente. El modelo está diseñado para responsabilizar a las escuelas por todos los estudiantes, pero en particular, estudiantes que no han tenido éxito.
Nosotros debemos determinar si nuestras prácticas están contribuyendo a su falta de éxito. Cuando nosotros descubrimos que ese es el caso, debemos efectuar los cambios necesarios, aunque eso nos cause incomodidad, trastorne la situación o cree un riesgo político.
La equidad en la educación se trata del acceso y oportunidades para aprender. La equidad funciona con la diversidad y la inclusión para asegurar que los estudiantes consigan lo que necesiten. Algunos estudiantes necesitan más apoyo que otros. El proveer ese apoyo es nuestra responsabilidad colectiva.
Nosotros no sólo debemos proveer recursos adicionales, sino que debemos además adaptar esos recursos a las necesidades individuales de cada estudiante. En particular, aquellos estudiantes que cuentan con apoyo limitado de los adultos fuera de la escuela y que dependen totalmente de los adultos dentro de la escuela para garantizar sus oportunidades de aprender. Si los adultos aceptan el fracaso, así también lo aceptarán los estudiantes. Nosotros debemos ser implacables en proveer múltiples oportunidades para que los estudiantes sean exitosos. El desafío de la equidad es que nosotros nunca perdamos la fe en nuestros estudiantes, y más importante aún, que ellos jamás pierdan la fe en sí mismos.